SOBRE LA IDEOLOGÍA DE GÉNERO
Una mirada desde el enfoque sociocultural
Una mirada desde el enfoque sociocultural
JOEL LENNER CASTAÑEDA DUEÑAS
INTRODUCCIÓN
Se dice que todo hombre es hijo de su tiempo (tiempo, entendido como
época, momento o periodo), sin embargo, hoy en día, la frase parece estar en
descrédito, ya que nadie se detiene, al abordar un determinado tema, en esta
relación de recíproca dependencia entre estos dos elementos.
El principio filosófico de causalidad, que desde tiempos de Aristóteles
se ha venido discutiendo, nos direcciona a establecer una relación de
interdependencia entre aquello que se suscita en un determinado tiempo y/o
espacio con aquel que lo originó. No pueden las cosas ocurrir de manera
aislada, por el contrario, se encuentran, necesariamente, ligadas el uno al
otro.
En el terreno social este principio puede también ser aplicado y no hay
mejor ejemplo que la frase con la que iniciamos el presente texto, “el hombre es hijo de su tiempo”; así,
para entender al hombre se hace necesario también entender al tiempo en el qué este
vivió y para entender al tiempo en el que este vivió, es necesario consecuentemente,
entender al hombre que lo vivió; no podemos juzgar, interpretar o analizar
aisladamente a cada uno de estos.
En ese sentido, para analizar un hecho consideramos necesario antes:
1. Conocer
el contexto en el que dicho hecho se suscitó.
2. Conocer
a los agentes que lo originaron o, en su defecto, a aquellos encargados de la
operatividad y ejecución del hecho en cuestión, lo que implica la razón de ser
cómo son.
3. El
modo cómo afronta dichos agentes al tiempo en el que se suscitó dicho hecho o
la interdependencia que se ejerce entre ambos.
En ese sentido, el análisis e interpretación de la ideología de género,
que hoy es un tema recurrente en círculos académicos, sociales, culturales,
intelectuales y políticos parece también haber olvidado esta interdependencia:
Hecho-Hombre-Tiempo.
¿Cuáles son sus verdaderas raíces?, ¿quiénes lo promueven?, ¿cómo lo
hacen?, ¿qué es?, ¿qué consecuencias acarreará?, estas y otras preguntas
deberíamos realizarnos cada uno de los ciudadanos que nos atrevemos a opinar
sobre tal tema y no tan sólo repetir aquello que se acerqué más a nuestras pasiones
e ideologías, nuestras percepciones o subjetividades.
Por otro lado, se procura, erigir una postura, en la medida que sea
posible, en el que se priorice la imparcialidad entre los dos sectores que se
contraponen: ni con uno ni con otro, ni con los autodenominados "tolerantes", ni con aquellos satanizados “retrógrados, machistas, tradicionalistas y
ortodoxos"; a lo Stiglitz ¿por qué no puede haber una tercera vía que
evite los destructivos intereses de quienes promueven esta ola de movimientos
sociales y la sinrazón ortodoxia de la religión?
SOBRE LA LIBERTAD
Los individuos somos biológica, genética y psicológicamente diferentes,
pero ¿iguales en derechos y oportunidades?
La coyuntura actual, sobre la ideología de género, es motivo para
emprender una cuidadosa y profunda reflexión sobre el tema; para ello, es
necesario poner en tapete, no sólo las razones de las posturas que lo
fundamentan, sino también nuestros prejuicios, sesgos, posiciones ideológicas,
intereses y otros.
La postura neoliberal, heredada del siglo XX, y aún antes desde los
siglos XVIII y XIX, que no sólo propone y ejecuta la total libertad del
mercado, sino también la del individuo, una vez más consigue enfrentar al
hombre contra el hombre, como lo hizo décadas atrás al hijo contra su padre, al
dicente contra su maestro o al género humano contra el mismo género humano.
Me pregunto, ¿es esta libertad, que tanto defendemos, la que nos hace
más humanos? o ¿son sus efectos las que están sembrando, a costa de lo que se pretende,
la desigualdad, la individualización, el ostracismo y fortaleciendo la barbarie
e inhumanidad en favor de intereses egoístas y ajenos? Respondo, tanta libertad
anhelamos que hemos terminado por confundirlo con intolerancia, radicalismo, prepotencia,
vanidad, etc; creyendo que tenemos la razón y fundamentando nuestro proceder en
el ideal de una sociedad justa, democrática e igualitaria, nos autodenominamos
“tolerantes” y, sin embargo,
etiquetamos de conservadores, de pensamiento convergente, discriminadores,
terroristas o xenofóbicos a quienes no piensan como nosotros. Acaso, ¿por
considerar nuestro pensamiento el correcto, debemos pretender que los demás la
acepten?, ¿cuándo entonces algo es xenófobo o recalcitrante?, ¿cuándo un acto
puede ser considerado terrorista o que atenta contra el bienestar de la
sociedad y el individuo?, las respuestas requiere un análisis no rutinario y al
que no estamos acostumbrados o uno que esté lejos de aquello que nos enseñaron
en razón de una ideología o un sistema; por tanto, el análisis que propongo es
el llamado interdisciplinario, este permite la posibilidad de una mirada
distinta del hombre y la sociedad, una mirada más integral, más humana.
LO QUE NO SE QUIERE O NO CONVIENE ENTENDER
Como lo hemos dicho al inicio, científicamente, tanto biológica,
genética como psicológicamente nacemos varón o mujer, o mejor dicho, con sexos
diferentes y con peculiaridades propias en cada uno. Procuremos explicar este
hecho.
BIOLÓGICAMENTE: Las diferencias entre varón y mujer, desde el punto
de vista biológico, no requiere mayor explicación que la de detenerse un
momento en una calle cualquiera de una ciudad, también, cualquiera y ver pasar
a cada uno de los transeúntes, procurando describirlos. Las características,
estoy seguro, que se encontrarán, serán: de cabello largo, de cabello corto,
contextura delgada, contextura gruesa, unos visten pantalón, otros falda, unos
shorts, otros no, entre otras tantas; y si nos preguntásemos qué diferencia
físicamente a cada uno de ellos, la respuesta sería también obvia: hay quienes
poseen senos y otros no, quienes tienen pene y quienes tienen vagina, incluso
estas peculiaridades se extienden también a quienes no aceptando su origen
biológico pretenden ser y poseer lo que no tienen.
PSICOLÓGICAMENTE: La neuropsiquiatra norteamericana Louann Brizedine
manifiesta en su libro “El cerebro femenino” que, tanto
varón como mujer nacen con cerebros diferentes, uno masculino y otro femenino. En
una entrevista para el programa Redes,
capítulo 434 “El cerebro tiene sexo”, dirigido por el divulgador científico
español Eduardo Punset, Brizendine manifiesta:
“A veces es
importante recordar que, todos empezamos en el momento de la concepción, hasta
las ocho semanas de vida fetal, con circuitos cerebrales de tipo femenino. Aunque
las mujeres tengan genéticamente cromosomas sexuales XX y los hombres XY,
genéticamente somos distintos, pero los circuitos cerebrales son los mismos
hasta las ocho semanas de vida fetal, cuando los diminutos testículos del feto
masculino empiezan a liberar enormes cantidades de testosterona que impregnan
los circuitos cerebrales con testosterona y, los transforman del tipo femenino
al tipo masculino; de esta manera, por ejemplo, el centro cerebral, que
denominamos técnicamente la zona del impulso sexual, dobla su tamaño en el
cerebro masculino y por supuesto, cuando nacemos todos tenemos o bien circuitos
masculinos o bien circuitos femeninos; lo que significa que ciertas zonas del
cerebro masculino son más grandes. Como el cerebro femenino no se ha visto
expuesto a tanta testosterona las niñas nacen con circuitos femeninos en los
que algunas zonas son más grandes y otras más pequeñas que en el cerebro
masculino”
Así, se entiende que el cerebro humano viene ya configurado desde mucho
antes de su nacimiento, de modo que, cada individuo tiene desarrollado ya
partes distintas del mismo. Las mujeres tienen, por ejemplo, desarrollado
partes del cerebro relacionados a las relaciones sociales, el lenguaje y las
emociones; razón, quizá, por la cual muchas veces nos hemos preguntado “¿por qué hablan demasiado?”, “lloran por cualquier cosa” y “gustan de la vida social”; por el
contrario, el cerebro masculino motivado por la testosterona reemplaza el
desarrollo eficiente del lenguaje y las emociones, por el desarrollo de las
partes del cerebro que controlan y regulan el sexo y la agresión, la
competitividad y el aislamiento; razón también por la que el hombre es más
rudo, tosco y áspero y se la pasa pensando, en mayor proporción a la mujer, gran
parte del día, en el sexo.
GENÉTICAMENTE: Los genes son portadores de la información
hereditaria de cada individuo. Actualmente, es de conocimiento general para la
ciencia que los genes regulan aspectos generales del comportamiento y ser del
hombre, somos el resultado de la operatividad de nuestros genes, “máquinas de supervivencia, vehículos
autómatas programados a ciegas con el fin de preservar las egoístas moléculas
conocidas con el nombre de genes”, manifiesta Richard Dawkins, biólogo y
divulgador científico británico, en su libro El gen egoísta (1976).
Un gen “puede ser considerado como
una unidad que sobrevive a través de un gran número de cuerpos sucesivos e
individuales” (El gen egoísta, 1976), traslada la información hereditaria de
una generación a otra; por lo tanto, cumplen funciones específicas; así, se
habla del gen del lenguaje, de la cultura, de la felicidad, entre otros, “se encuentran en ti y en mi; ellos nos
crearon, cuerpo y mente; y su preservación es la razón última de nuestra existencia”
(El
gen egoísta, 1976), y si bien tenemos la facultad de reeducar y virar
los objetivos egoístas de nuestros genes, no podemos perder de vista la
predeterminación de nuestra naturaleza como producto del accionar de estos.
***
E aquí el error de quienes nos atrevemos a opinar sobre el tema, ponemos
por sobre todo conocimiento nuestros preceptos, sesgos e ideologías. Pongamos
como ejemplo, en el caso peruano, los grupos surgidos en las redes sociales a
partir de la inserción de la ideología de género en la currícula nacional:
#conmishijosnotemetas y #laeducacionserespeta, el uno en contra y el otro a
favor de tal ideología. La posición de ambos grupos podríamos resumirlo de la
siguiente manera:
#conmishijosnotemetas = Ideología conservadora que pretende defender los
valores ciudadanos basados en ideologías cristianas e idealistas; fundamentan
su actuar en la naturaleza humana, consideran las demás expresiones humanas
antinaturales y ofensivas a Dios. Asimismo, denuncian la inserción de la
ideología de género en el campo educativo, ya que consideran que se estaría así
confundiendo y distorsionando la formación de la personalidad del individuo.
#laeducacionserespeta = Amparados en una sociedad justa e igualitaria,
defienden la libertad, derechos y oportunidades de todos los individuos,
aduciendo que el actuar humano es producto del constructo social y como tal
sesgado. Asimismo, consideran que cada individuo construye su propia identidad
y como tal, debería ser respetado y poseedor de derechos ciudadanos, sociales y
políticos.
Sea cual fuere los fundamentos de cada uno de estos grupos, lo cierto es
que ninguno de ellos se detiene a analizar e interpretar los hechos lejos de
sus pareceres y percepciones o lo que ellos consideran “correcto”; por el contrario, movidos por ciertos ideales de
justicia y equidad, ética y moralidad protagonizan enfrentamientos virtuales,
lingüísticos y hasta físicos, denigrándose entre ellos, lanzándose improperios,
etiquetándose, dividiéndose, tomando como bandera la tolerancia y supuesta
formación letrada y, sin embargo, incapaces de aceptar y comprender ideas y
conceptos que no convergen con los suyos.
Es posible que las conclusiones a las que llega la genética, la biología
y la psicología no coincidan con el ideal de hombre o sociedad que configura
los principios de ambos grupos; pero no se puede negar tal realidad tan sólo
porque la consideremos ofensiva o negativas a nuestros preceptos; por el
contrario, deberíamos procurar alcanzar nuestros propósitos, a partir de dichas
conclusiones.
¿ES POSIBLE UN MUNDO MEJOR?
Según Dawkins la peculiaridad más saltante de un gen es su “egoísmo”, por tanto, el hombre, como receptor y/o almacén
de estos, es un ser egoísta por naturaleza, que busca sobrevivir en un contexto
en constante competitividad entre los suyos. Tal conclusión lo había también ya
planteado doscientos años atrás el economista y filósofo escocés Ádam Smith al proponer,
en el campo económico, el llamado “interés
propio”. Para justificar la necesidad de un libre mercado, exento de las
regulaciones estatales, Smith fundamentó la idea de que el actuar humano, no
era más que el resultado de su propio egoísmo, “interés propio”. En su libro “La riqueza de las naciones” (1776)
manifiesta: “no es por la benevolencia
del carnicero, del cervecero y del panadero que podemos contar con nuestra
cena, sino por su propio interés”; así, para Smith, tanto el carnicero como
el cervecero y el panadero, al realizar estas acciones, obedecen sólo a sus
intereses propios y egoístas, por lo que cuanto producen no lo hacen para el
beneficio y bienestar de sus semejantes, sino por el contrario, para su propio
beneficio; sin embargo, la satisfacción de sus necesidades e intereses,
indirectamente satisface también la necesidad de los demás, ya que gracias a su
actuación, como guiados por una “mano
invisible”, nos abastecen también de lo necesario para nuestra existencia;
de modo que, el “interés propio”,
podía (puede) ser considerado también como cierto tipo de altruismo, ya que el
efecto de los resultados conllevaba siempre al bienestar común.
En estas condiciones, ¿es posible hacer
del mundo, un mundo mejor?, ¿es posible cambiar al hombre, muy a pesar de su
naturaleza biológica, genética y psicológica? “El hombre es, entre los animales, el único dominado por la cultura, por
influencias aprendidas y transmitidas de una generación a otra (…) Tratemos de
enseñar la generosidad y el altruismo, porque hemos nacido egoístas” (“El
gen egoísta”, 1976) dice Dawkins.
Lo cierto es que necesitamos construir
un mundo mejor, con justicia e igualdad en derechos y oportunidades para todos;
no obstante, la construcción de este mundo, tan anhelado debería hacerse con
bastante cuidado. Anne Moir y David Jessel en el Sexo en el cerebro, citan
a la psicóloga norteamericana Alice Rossi para resumir el libro: “La diversidad es un hecho psicológico,
mientras que la igualdad es un precepto político, ético y social”; a su
vez, estos son citados por Tom Butler-Bowdon en el libro 50 clásicos de la psicología:
“En lugar de tratar de negar las
diferencias por alguna razón políticamente correcta, quizás deberíamos
maravillarnos de las habilidades, creaciones y actitudes específicas con las
que cada género contribuye a la vida”. ¿Es posible un mundo mejor?, claro
que sí y el autor de 50 clásicos de la psicología resume
el pensamiento de Brizendine para darnos la clave para tal efecto:
“Sí, podemos ser capaces de alterar nuestras
actitudes culturales o políticas para construir un mundo mejor, pero primero
tenemos que entender los hechos acerca de cómo la biología cerebral –tan
diferente entre los hombres y las mujeres- configura la conducta”.
Esa es la clave de la transformación
del mundo, emprender el cambio a partir del entendimiento y aceptación de cómo
es el hombre y la sociedad y no cómo queremos que sea, ya que este es un paso
posterior al primer entendimiento.
¿POR QUÉ NEGARSE A VER ESTA REALIDAD?
“Todo hombre es hijo de su tiempo” y nosotros somos hijos del
nuestro; por tanto, es necesario entenderlo para, posteriormente, entender el
por qué se hacen tal o cual cosa o porqué somos como somos.
En ese sentido, en este capítulo no haremos otra cosa que intentar
resumir lo que el abogado y periodista peruano Héctor Béjar Rivera describe al
detalle en su libro “Justicia social,
política social” (2014); así nos atreveremos a copiar literalmente frases y
expresiones del texto que procuren explicar el actuar y proceder del sistema
capitalista actual.
Empecemos. Si bien es cierto que las ideas de Joseph Stiglitz empiezan a
girar en torno al campo económico de muchas naciones europeas, aún las ideas económicas
del austriaco Friedrich August von Hayek, del norteamericano Milton Friedman y de
sus muchos discípulos son las catalizadores de los movimientos económicos
mundiales en la actualidad; por tanto, debemos partir por comprender a este
sistema, su actuar y los efectos del mismo.
Durante la primera mitad del s. XX, posterior a la I Guerra mundial, las
ideas de los economistas británicos John Maynard Keynes y William Henry
Beveridge fueron aplicados tanto en Estados Unidos como en Inglaterra y el
resto de países europeos, instaurando el Estado de bienestar en muchos de ellos;
los objetivos de este Estado, llamado también “benefactor”, fueron la de “crear
una sociedad más igualitaria y proteger a los individuos a lo largo de su ciclo
de vida”; y para hacer esto realidad, regularon e intervinieron la economía
nacional e internacional, establecieron alianzas con grupos sindicales, que a
su vez tenían participación en la generación de políticas públicas,
redireccionaron la mirada a políticas sociales en beneficio de los más pobres,
limitaron el poder de los bancos y las transnacionales, entre otras; sin
embargo, pronto, el ideal capitalista volvió a la carga, economistas como el ya
mencionado August von Hayek, vieron el intervencionismo estatal como un
elemento negativo para la prosperidad y el crecimiento económico de las
naciones, ya que lo consideraban el germen de gobiernos totalitarios y del
estancamiento económico. Los capitalistas europeos y norteamericanos lanzaron
entonces una ola ofensiva sobre estos modelos de gobierno basados en sus ideas,
que aún hoy en día perdura.
Hayek, además de considerar los gobiernos socialdemócratas como amenazas
de la libertad del individuo, defendía la desigualdad y la competencia, ya que
estos eran el motor del desarrollo económico, manifestaba que el
intervencionismo estatal limitaba el crecimiento económico de las naciones. Béjar
Rivera, resume así las ideas políticas y económicas de aquel momento:
El modelo económico de la postguerra entró en crisis en 1974, al
combinarse tasas de crecimiento bajo con tasas de inflación elevadas. Los
neoliberales afirmaron que las raíces de la crisis se encontraba en el poder
excesivo y nefasto de los sindicatos y, de manera más general, en el movimiento
obrero, Según ellos, los sindicatos habían corroído las bases de la acumulación
privada y la inversión por sus reivindicaciones salariales y sus presiones
tendientes a que el Estado crezca sin cesar en gastos sociales parasitarios y
eso era causa de la inflación. El remedio estaba claro: mantener un Estado que
sea frugal en gastos sociales y se abstenga de intervenciones económicas. La
estabilidad monetaria constituía el objetivo supremo de los gobiernos. Debía
restaurarse una tasa natural de desempleo, es decir la creación de un ejército
de reserva de trabajadores, que permita debilitar los sindicatos, por otra
parte, se debía alentar a los agentes económicos a invertir, lo que implicaba
reducir impuestos a los ingresos más elevados. De esta manera, una nueva y
saludable desigualdad reaparecería y dinamizaría las economías de los países
desarrollados enfermos de estangflación (estancamiento con inflación), mal que,
según sostenían, eran resultante de la herencia combinada de las políticas
combinadas de Keynes y Beveridge.
Los primeros en aplicar este sistema fueron Chile en Latinoamérica e
Inglaterra en Europa; en este último, la primera ministra, Margaret Thatcher
aplicó las ideas de Hayek y propulsó la economía británica regulando la
intervención del Estado en asuntos económicos, priorizando la individualidad
sobre el colectivismo, elevando las tasas de desempleo, privatizando industrias
básicas como el acero y la electricidad; posteriormente, lo mismo sucedió en
Estados Unidos y el resto de los países. “Se
espera que la libertad y prosperidad económica derive en la prosperidad social”;
sin embargo, año 2017, nada de esto ha sucedido y todo se debe a las
incongruencias que existe dentro del corazón mismo del sistema capitalista.
Conocer nuestro tiempo entonces implica necesariamente conocer el
neoliberalismo, entender el eje giratorio por el que discurre toda
manifestación humana. Finalizado la II Guerra mundial, se emprendió una y mil
estrategias por la reconstrucción de Europa, se inicia así el Plan Marshall, se crea, luego, la
Organización de la Naciones Unidas, con el objetivo de garantizar la paz y
seguridad en el mundo, se crean también el Fondo Monetario Internacional y el
Banco Mundial, se promueve acuerdos, informes, cumbres internacionales,
tratados, etc.
Comencemos en orden, la reconstrucción de Europa, a través del Plan
Marshall, no fue una muestra de solidaridad de parte de Estados Unidos a las
devastadas naciones europeas, este guardaba intereses nada secretos. Desde el
punto de vista económico, Europa era visto por los estadounidenses como un
probable y potencial mercado para los productos que ellos generaban; de modo
que su reconstrucción debía ser rápida, para así posibilitar la ampliación del
poder norteamericano; pero también, desde el punto de vista político, guardaba
otras intenciones muchos más claras, dejar a su suerte a los destruidos países
europeos, significaba dejarlos a merced del sistema socialista de la U.R.S.S. y
por tanto, la reducción de su poder y hegemonía.
En este mismo marco, se erigió los acuerdos de Bretton Woods, que parecieran
ser resultado de las motivaciones filantrópicas y humanitarias de los propulsores
del neoliberalismo; celebrada en el complejo hotelero del mismo nombre, en
Nueva Hampshire, Estados Unidos, en 1944, se elevó el denominado sistema
Bretton Woods, en donde se acordaba que si los países ricos poseían excesos de
capital en sus reservas, debían buscar la manera de transferir esos excedentes
a los países pobres, para lo cual se previó la creación de un fondo que sería canalizado
por las Naciones Unidas; sin embargo, el interés y egoísmo pudieron más, ya que
este fondo jamás fue creado, los países ricos tomaron control del FMI y el BM y
olvidándose de los principios por el cuál fueron creados, empezaron a regular
el crecimiento de los países pobres, hundiéndoles aún más en la miseria.
Ya en la segunda mitad del s. XX, Estados Unidos emprendió su política
evangelizadora, difundiendo e imponiendo sus ideales: en Europa replegando los
movimientos y sistemas totalitarios y en Latinoamérica defendiéndolos y
promoviéndolos, tal es el caso del
llamado Plan Cóndor (décadas del 70 y 80), que buscara a punta de sangre y
muerte acabar con los movimientos de izquierda y el comunismo y cuyo saldo
superara los miles de muertos, desaparecidos
y asesinados.
Con este mismo objetivo también, al estilo mismo de la Roma de los
siglos anteriores al nacimiento de Cristo, se implantó en Estados Unidos y en
plena “democracia” el llamado Mccarthismo,
que no fue otra cosa que “una cacería de
brujas” ilegal e inhumana, en donde se le acusó a centenares de personas de
traición, espionaje, deslealtad, subversión y comunismo. El objetivo fue
terminar con todo rasgo o huella comunista que pusiera en peligro el sistema
neoliberal norteamericano; por lo que se elaboró acusaciones y declaraciones falsas,
listas negras contra personas del gobierno, el ejército y los medios de prensa,
quienes eran juzgados sin derecho a un proceso legal. Muchos de estos casos
terminaron en ejecuciones, tal fue el de los esposos Ethel y Julius Rosenberg, quienes fueran acusados de
espionaje.
Con el mismo objetivo y bajo, una vez más, la dirección del economista
August von Hayek, el multimillonario Antony Fisher creó una red de
intelectuales (Red think thank) que
se extendió a lo largo de 39 naciones en el mundo. El objetivo era desacreditar
y mermar los logros de las políticas sociales del Estado de bienestar, por lo
que se lanzaron en una ofensiva que incluyó la defensa de ciertas ideas y
conceptos con los que ahora parecen no estar de acuerdo. Así, para difundir sus
posiciones y fundamentos, se financió la publicación y difusión de best sellers,
que llevaban y estaban impregnado de sus ideales: defensa de la libertad,
desigualdad saludable, crecimiento económico, desacreditación de los negros y
pobres, etc. Héctor Béjar hace una lista de textos que en aquellos años
buscaron convencer a sus lectores y población en general de la política y
proceder neoliberal británico. Tomemos como ejemplo el tema de solo cinco de
estos libros:
Sexual suicide (George Gilder, 1972), donde sostenía que la liberación de la mujer
conduce al fin de la raza humana debido a la desestructuración que sufre todo
hombre que no observe una práctica sexual tradicional.
Visible man (George Gilder, 1978) El peor enemigo del hombre negro es él mismo a
causa de su modo de vida, su familia dispersa y sus reflejos de ghetto. Según
Gilder, los subsidios federales no hacen más que perpetuar una sociedad en que
los negros llevan una vida desenfrenada en espera de la marea verde de cheques
gubernamentales
Riqueza y pobreza (George Gilder, 1981). Afirma en este libro que la causa de la miseria en
Estados Unidos se encuentra en la anarquía familiar entre los pobres
concentrados en la inner
city favorecida por las ayudas sociales
cuyos efectos no son otros que pervertir el deseo de trabajar, minar la familia
patriarcal y erosionar el fervor religioso, que son los tres resortes de la
prosperidad
Terreno perdido: la
política social americana, 1950-1980 (Charles Murray, 1984)
La excesiva generosidad de las políticas de ayuda a los pobres puede ser
responsable del aumento de la pobreza en Estados Unidos. Esta política
recompensa la inactividad y conduce a la degeneración moral de las clases
populares, sobre todo a las uniones ilegítimas que son la causa última de todos
los males de las sociedades modernas, incluyendo la violencia urbana.
La curva de campana:
inteligencia y estructura de clase en la vida americana (Charles Murray, 1994), donde se afirma que las desigualdades raciales y
de clase en Estados Unidos reflejan las diferencias individuales de capacidad
cognitiva. El coeficiente intelectual heredado genéticamente sería entonces el
factor determinante en el éxito social, la capacidad de mantener el matrimonio,
de educar correctamente a los hijos y ser un buen ciudadano. Según Murray las
personas no se convierten en criminales por causa de las privaciones materiales
sino debido a carencias mentales y morales porque el coeficiente intelectual
bajo aumenta la propensión al crimen y la probabilidad de acabar en prisión. Se
deduce de ello que si las minorías étnicas están excesivamente representadas
entre los presos no es a consecuencia del aumento de las desigualdades en el
seno de la sociedad, sino por su bajo coeficiente intelectual”
“Fixing
broken Windows: Restoring order and reducing crime in our communities
(Georges Kelling, 1996). El tema central es que el carácter sagrado de los
espacios públicos es indispensable para la vida pública y que el desorden en el
que se complacen las clases pobres constituyen por naturaleza terreno fértil
para el crimen”
A partir de 1990, año en que John Williamson Washington formuló e ideó
el llamado Consenso de Washington, la política neoliberal estableció
reformas más acentuadas en la política económica. La justificación de un libre
mercado y una saludable desigualdad se acrecentaron aún más: el “lento crecimiento económico era causado por
el incremento de la igualdad”. En los países pobres y emergentes, esto se
materializó a través del Decálogo del Consenso de Washington,
la que daba posibilidad de poder refinanciar o poder acceder a nuevos préstamos
(a través del FMI, el BM y el BID); el decálogo hacía hincapié en ciertas
condiciones que los países que solicitaran refinanciación o nuevos préstamos
debían cumplir:
Establecer una rígida disciplina fiscal (no gastar más de lo que ingresa
al erario), priorizar el gasto público en educación y salud, llevar a cabo una
reforma tributaria, para hacer que todos los ciudadanos paguen, establecer
tasas de interés positivas determinadas por el mercado y no por la promoción de
determinadas actividades económicas como la industria por ejemplo, lograr tipos
de cambio competitivos, lo cual significaba eliminar el control de cambios por
el Estado, desarrollar políticas comerciales libres, una mayor apertura a la
inversión extranjera, privatizar las empresas públicas, llevar a cabo una
profunda desregulación, garantizar la protección de la propiedad privada.
Para que estas condiciones se materialicen, los deudores firmaban
políticas públicas de cuyas consecuencias ni el FMI, ni el BM se hacían
responsables y si en caso no se obedecían tales condiciones, era simple, no se
daba continuidad a los siguientes tramos del préstamo. Esto agudizó la
situación de los países pobres, se recrudeció el desempleo, la desigualdad, se
dio más libertad a las empresas transnacionales. En palabras de Greg Palast,
citado también por Béjar Rivera: “esto no
es libre comercio, esto es comercio a la fuerza”
Actualmente, el sistema neoliberal se ha enfrentado a grupos y líderes
sindicales que elevan su voz en favor del ambiente y la ampliación de los
derechos humanos, civiles, sociales y culturales. En una manifestación de conciencia y solidaridad a favor del
medio ambiente y el hombre y, al igual que en otros casos político-sociales, se
erigieron acuerdos, tratados y cumbres que aspiraban a la preservación y
conservación del medio ambiente y el respeto por la vida; uno de estos
certámenes es el Protocolo de Kyoto, celebrado en 1997 y en la que los países participantes
se “comprometieron a reducir en un 5% las
emisiones de gases de efecto invernadero”, sin embargo, Estados Unidos,
incomprensiblemente, no firmó; actitud que pareció tener fundamento en el Acuerdo
de Cancún de 2010, en donde este y otras potencias ofrecieron sobornos
millonarios:
a los países pequeños
para que se abstuvieran de su oposición al “No acuerdo de Copenhague (…) los
países y las industrias más contaminantes, así como el capital financiero
consiguieron evitar cualquier compromiso vinculante de reducir emisiones de
GEI. En lugar de ello, lograron aprobar un fondo climático que será administrado
por el Banco Mundial
La administración de este fondo por parte del Banco Mundial, terminó con
la deforestación de gran parte de los bosques del mundo, la privatización de
variados recursos naturales, el acrecentamiento de la pobreza y la mayor concentración
de la riqueza.
Finalmente, la crisis global del 2008, no fue más que un conjunto de
acciones de las grandes potencias mundiales por salvar a los bancos más
poderosos del mundo; financiaron a estos a costa de los
fondos nacionales para los servicios sociales. En
palabras de Zizek priorizó “el capital” por sobre cualquier ideología o
política social o ambiental.
Son innumerables las acciones implantadas a lo largo del s. XX por el
sistema neoliberal; en ellas no hacen otra cosa más que aplicar el llamado capitalismo
salvaje, iniciada en el s. XV; fundados en la naturaleza egoísta del ser humano
devastan países, hunden los mercados internos, regulan y erigen leyes y la
desestiman si afecta a sus intereses, se crean artilugios para fundamentar sus
posturas y si es necesario contradicen sus propios ideales.
Con este sistema y su proceder egoísta, falso, contradictorio y,
nosotros viviendo bajo su sombra, ¿nuestro análisis e interpretación del mundo
debe obviar su proceder?; para responder a tan “insignificante” pregunta, me
atreveré a anticipar lo que pueda suceder de acá a no muchos años, me refiero
al pedido encarecido del uso medicinal de la marihuana, a la solicitud de su
legalidad; hoy, los intentos por legalizar esta planta suena aberrante, inmoral
e inapropiado; pero ¿siempre será así?, ¿qué sucederá cuando, mañana, esta se
vuelva útil a los intereses de los grupos de poder?, ¿sonará igual de aberrante
como hoy suena?, ¿su ilegalidad será desprovista de alguna cualidad para pasar
a formar parte, ahora sí, del sistema legal democrático?; imagino que, en
efecto, no sonará ni será igual; sino, por el contrario, se dirá con bombos y
platillos, que son derechos e igualdad de oportunidades para quienes quieran
consumirla, libertad en todas sus formas; así, cuando esto suceda, estoy seguro
que buscarán por doquier fundamentos que les den credibilidad, como la del
poder curativo de la misma, porque ahora sí será medicinal, no antes; y estoy
seguro también que fundamentarán su posición en el pensamiento liberal del
economista estadounidense Milton Friedman, quien abogó en alguna oportunidad
por la liberalización de la marihuana, no por razones éticas o médicas, sino,
tan solo y simplemente, por su obstinada inclinación a la libertad; para él la
libertad individual esta por encima de todo, "quienquiera debería poder dañarse consumiéndolas (la marihuana)".
Bajo este precepto entonces habrá infinidad de personas que apoyarán esta
postura, porque claro, la libertad esta por encima de todo y dirigirán su
análisis sólo a este hecho, olvidando el sistema al que pertenecen, ignorando
su modus operandi, como si cuanto
sucediera no merecería un análisis más profundo, crítico, reflexivo, integral e
interdisciplinario.
Sucede algo semejante hoy con el debate sobre la igualdad de género y
décadas antes con aquello de la "liberación
de la mujer", la "jornada
de las ochos horas" y otros (que nos hicieron creer que fueron
producto de nuestra lucha y esfuerzo). La historia ha demostrado que el
capitalismo no hace nada si no beneficia a los suyos; el actuar del Fondo
Monetario Internacional durante la crisis asiática de 1998, quien, en
salvaguarda de las altas finanzas de Estados Unidos, agudizó aún más la crisis,
regulando el desarrollo económico de los países pobres con programas político
económicos que sólo beneficiaban los intereses de Wall Street, es un ejemplo
más de este proceder salvaje y egoísta.
Hoy, cuanto hemos descrito parece estar volviendo, la ideología burguesa
viene implantando a través del decálogo del Consenso de Washington políticas de
gobierno que promueve en la letra: la equidad, la justicia y la paz, tal es el
caso de la Agenda al 2030 para el desarrollo sostenible adoptado por la
Asamblea General de las Naciones Unidas en 2015, en la que establecieron 17
objetivos de desarrollo sostenible: Fin de la pobreza, hambre cero, salud y
bienestar, educación de calidad, igualdad de género, agua limpia y saneamiento,
energía asequible y no contaminantes, trabajo decente y crecimiento económico,
industria, innovación e infraestructura, reducción de las desigualdades,
ciudades y comunidades sostenibles, producción y consumos responsables, acción
por el clima, vida submarina, vida de ecosistemas terrestres, paz justicia e
instituciones sólidas y alianzas para lograr los objetivos; no obstante ¿es
posible alcanzar tales propósitos bajo un sistema como el que ya describimos?,
¿debemos entender las muestras de filantropía de este sistema dejando de lado
su proceder y naturaleza?, décadas antes hicieron lo mismo con la Cumbre de Copenhague en 1995 y la Cumbre del milenio en 2000, los
resultado fueron “mediocres o inexistentes”
(p.262).
Por otro lado, ha vuelto los Think
tank que alguna vez financiara Antony Fisher y otros multimillonarios, para
insertarnos por cada uno de nuestros poros la ideología neoliberal; pero, ahora
priorizando por sobre todo una disfrazada libertad que los ciudadanos gustan
escuchar: conceptos pomposos y grandilocuentes, de lenguaje inclusivo,
embadurnados de democracia, tolerancia e igualdad; sus medios de difusión y a
través de los que operan no sólo son los medios de comunicación masiva, sino también
los afamados textos de autoayuda, que
se insertan con descaro en la sociedad y la educación. Cada uno de estos estos
nos presentan una imagen del mundo que, en apariencia exaltan el bienestar y el
desarrollo humano, la lucha por la corrupción o la pobreza, el amor por el
prójimo, los esfuerzos por una educación de calidad, etc; no obstante, estos
dejan de tener credibilidad cuando son puestos en la práctica.
“Los griegos eran maestros del
engaño y la manipulación”, manifiesta una estudiante de un colegio
secundario en Huancavelica, al abordar el vínculo entre la trama de Medea de Eurípides y la Alegoría de la caverna de Platón, el
primero siendo parte de dicha manipulación y el segundo intentando develarla.
Eurípides lanzaba, a través de la trama de su obra (una Medea autónoma, astuta
e inteligente y, sin embargo, incivilizada e irracional), una advertencia con
el propósito de mantener el status quo
vigente; por su lado, Platón describe dicha manipulación como una argucia hecha
para presentar al hombre solo sombras de la verdad. Esta manipulación,
actualmente, no sólo es una constante en nuestra sociedad sino que se ha hecho
una necesidad y esto con el fin de preservar el sistema que se vive. Como se
dijo entonces, ya líneas arriba, no podemos abordar una interpretación del
hombre y su actuar desentendiéndonos del contexto en el que este se
desenvuelve, su conversión o manipulación conlleva a un fin y este fin esta
íntimamente ligado a los objetivos del sistema en el que se vive.
A diferencia del Think Tank
que promoviera Fisher, hoy no se promueve ya la unidad y valoración de la
familia, el rescate de los valores éticos, cierto determinismo en relación a
los pobres o negros; sino, por el contrario, los llamados libros de “autoayuda”, dirigen hoy su mirada por la
promoción de una supuesta psicología positiva o llamada también Actitud Mente Positiva,
en donde el ideal del hombre es aquel que se autosatisface y autocomplementa,
se practica el individualismo y se proyecta una visión equivocada del mundo que
buscan la adaptación del individuo al ritmo de vida que marca el contexto.
El maccarthismo, en una versión disfrazada, también ha vuelto, se
persigue a quien no piensa como el común de los individuos y lo que el común de
los individuos piensa, circunda, bajo los ideales de paz, justicia e igualdad que
el sistema neoliberal enseña; se erigen entonces, en nombre de la libertad del
individuo y del mercado, leyes y normas que defienden esos intereses,
disfrazados de una visión humana errática, pero cuyas estrategias contradicen
ese rostro humano que quieren mostrar
Entonces, ¿cuáles son sus intenciones?, “¿Son estos señores verdaderos
partidarios de la idea que propugnan? o ¿es simplemente un disfraz con el que
pretenden mostrarse su supuesta humanidad y solidaridad?, Eduardo Galeano
recuerda en sus Venas abiertas de América Latina a un canciller guatemalteco,
quien afirmaba: “Sería curioso que del
seno mismo de los Estados Unidos, de donde nos viene el mal, naciese también el
remedio”.
¿SOMOS IGUALES EN DERECHOS Y OPORTUNIDADES?
Entonces, es necesario repetirlo, los individuos nacemos genética,
psicológica y biológicamente con ciertas peculiaridades que nos diferencian
unos de otros; estas diferencias básicamente son el pene y la vagina y las
mismas convenciones del que hablamos conllevaron, a los poseedores de dichos
órganos, denominarlos varón y mujer respectivamente. Continuando con el ejemplo
realizado al inicio del presente texto, ubiquémonos nuevamente en una calle
cualquiera de una ciudad también cualquiera y detengámonos a observar a cada
uno de los transeúntes; una vez más la lógica me lleva a deducir que,
observaremos lo siguiente:
1. Individuos
con sexos diferentes caminando que parecen ser amigos o lo son.
2. Individuos
con sexos diferentes caminado que parecen ser pareja o lo son.
3.
Individuos del mismo sexo caminando que parecen ser
amigos o lo son.
4.
Individuos del mismo sexo caminando que parecen ser
pareja o lo son.
5. Individuos
de sexos diferentes actuando contranatura (Ana Miranda, exfuncionaria de la
ONU, describe tipo de relaciones que desbordan ya la imaginación: personas
casadas con un árbol, un delfín, etc; adultos que se declaran infantes y
comparten un mismo ambiente con una niña; deportistas que se autodeclaran
mujeres y participan en competiciones femeninas o viceversa; prácticas
zoofílicas, etc).
Estos son los modos de relación que establecen los seres humanos; de
ellos, la que las convenciones sociales aceptan como natural y normal son la 1,
la 2 y, la 3; sin embargo, las relaciones de tipo 4 y 5, por más que se desee
negar, existen; pero, padecen de la discriminación, incomprensión, repudio y
hasta indiferencia de quienes no son así; sin embargo, como ciudadanos son merecedores
de los mismos derechos y oportunidades que los del tipo 1, 2 y 3.
Ahora bien, nuestra sociedad se encuentra dividida en este tema, porque
cada grupo entiende e interpreta el mensaje de acuerdo a sus concepciones,
creencias e ideologías; pero su tratamiento requiere de un análisis mucho más
profundo y quien quiera negar esta realidad y asumir una irreal debe detener
ahora la lectura y continuar engañándose o dejándose engañar por aquellos
autodenominados “tolerantes” que
gustan de etiquetar a quienes no piensan como ellos.
¿CUÁL ES ENTONCES LA VERDAD?
Respeto, tolerancia e igualdad de oportunidades y derechos no significa
que, como ya lo hemos explicado, seamos iguales biológica, psicológica y
genéticamente, o pretendamos dicha igualdad negando nuestra naturaleza humana;
el cambio o trasformación de una sociedad debe partir de la aceptación de uno
mismo, en términos psicológicos, de la aceptación de cómo somos y no cómo
querremos ser o cómo pretendemos o deberíamos ser. Toda transformación pierde
horizonte partiendo de esta premisa, políticas, normas y leyes se erigen
aludiendo a un individuo que no corresponde con la realidad, sino con nuestro
mundo subjetivo, aquel que queremos o aspiramos; términos entonces como
libertad, igualdad, justicia son la bandera de los supuestos “liberales” y, sin embargo, la ceguera
desborda hasta por sus narices; su obstinación por lograr sus deseos ciega su
mente e intelecto y, precisamente, optan por negar su realidad y pretender a
partir de su subjetividad una sociedad que en su propia opinión es la más justa,
pero visto de un punto de vista más objetivo, carece de fundamento. Por otro
lado, la ceguera del fanatismo religioso, también confunde la realidad, ya que
obedecen sólo a ideales retrógradas, convencionales y faltos de asidero con la
realidad; niegan así el poder de las convenciones sociales (lo que sus
opositores engalanan), que es también otra realidad, tal y como le hemos
explicado líneas arriba.
Así y retomando el tema, se dice que las convenciones sociales
determinan el comportamiento de los individuos, esto quiere decir que una mujer
juega con muñecas, es delicada, usa falda, solo porque fue educada así; del
mismo modo, el varón ostenta posturas y actitudes “masculinas”, producto de las
mismas convenciones sociales, roles de género los llaman. Sin embargo, ¿ver a
un hombre vestir brasier es respetar sus derechos y libertad de elección?,
¿considerar tal hecho un error, es acaso también consecuencia de las
convenciones sociales?, ¿cuál es la razón por la que lo hacen?, ¿puede
considerársele antinatural?, Si bien puede decirse que el uso de faldas para
las mujeres y el de pantalones para los varones son resultado de las
convenciones sociales, no se puede decir lo mismo con el uso de prendas
interiores, ya que a más de ser resultado de alguna convención social, son
resultados también de la necesidad y comodidad. La estructura, forma y material
con el que se hacen dichas prendas tienen funciones específicas de acuerdo a
las peculiaridades de cada género, las mujeres necesitan del brasier, porque
sin estas, sus senos tenderían a la inestabilidad, el maltrato y el deterioro y
en cuanto a los calzoncillos cada uno de estos esta fabricado de acuerdo al
órgano sexual que posee; sin embargo, cada individuo puede realizar la decisión
que desee, pero y tiene el deber también de aceptarse como es; el uso de estas
prendas de vestir no revelan mas que la distorsión de sus pensamientos, la
falta de autoestima, su escaso y equivocado autoconocimiento y su intolerancia
a sí mismo; de modo que la exposición de estos en público, si bien merecen
respeto y valoración, necesariamente confunde y distorsiona el pensamiento de quienes
se encuentran en formación o construyendo su identidad, más si pretendemos,
bajo el lema de libertad, igualdad y justicia, imponer en los centros de
formación esta realidad. No digo ni pretendo hacer creer que discriminar este
tipo de relaciones sea la solución; por el contrario animo al respeto de los
mismos, pero sin perder de vista nuestra naturaleza. No se puede construir una
sociedad, eludiendo la realidad sólo por pretender la igualdad.
Ahora bien, también están aquellos “decentes” individuos que eligieron
este tipo de relaciones u opciones sexuales; sin embargo, valdría preguntarse,
¿cómo son estas personas?; alguna vez se aventuraron a plantear que podrían
adoptar niños, es más en algunos países lo hacen; no obstante, y aquí volvemos
a la psicología ¿cuál será la educación que estos individuos puedan transmitir?,
¿puede desarrollarse plenamente el cerebro femenino o masculino en este
contexto?, decir que no, en esta sociedad confundida y egoísta, me significaría
ingente cantidad de calificativos, entre ellos: intolerante, discriminador,
conservador, racista, de escaso intelecto, entre otros; y, si por el contrario
opto por decir que sí, estaría negando mi realidad y mi ser; de modo que dejo al
lector tal responsabilidad.
Para finalizar refiero términos hoy en día bastante usados por los
Grupos de Poder en el mundo y que Cassany en su libro Tras las líneas refiere, advirtiendo así el uso del lenguaje por
estos grupos en favor suyo: “No a la
guerra” y “Por la paz”, el
primero contra la violencia, la sangre y la muerte y el segundo, justificando
estos mismos hechos. El lenguaje norteamericano opta por este último para
desolar pueblos y naciones de medio oriente y Asia, tal y como lo hicieran las
naciones e imperios cristianos en las guerras religiosas del s. XVI (“en nombre
de Dios”) y actúa a través de la manipulación del lenguaje sobre la ciudadanía
para infundir en ellos su ideología y visión del mundo (ya hemos visto cuál es
su visión y cómo operan) pero con un lenguaje revestido de humanidad, justicia
y libertad. Es necesario entonces la interpretación de un discurso, como el que
ahora se abordó, bajo una perspectiva más interdisciplinaria y que tenga sus
raíces en la sociedad. Cassany, evalúa el rol del lector en una sociedad como
la nuestra: “el significado del texto (…)
se elabora a partir del conocimiento previo que este (el lector) aporta” (p.32);
por tanto “el significado de las palabras
como el conocimiento previo que aporta el lector tienen origen social” (p.33).
Así, no podemos continuar con el hábito de comprender un discurso o un hecho
desligándola de sus raíces sociales, psicológicas, políticas, etc., como si de
un hecho aislado a nuestra naturaleza humana se tratara: ver al hombre y la
sociedad desde distintos flancos es una experiencia distinta y quizá el único
modo de emprender la verdadera transformación de los mismos.
Entendamos así la irrupción de la ideología de género como una
manifestación más de la sociedad a la que pertenecemos y abordemos los efectos
que esta trae consigo: división. Terreno ideal para la configuración de una
sociedad
Claro que queremos un mundo más justo y equitativo, estoy seguro que
también lo desean aquellos con los que discrepamos, pero esto no debiera
dividirnos, no debiera partir de la irrealidad y la ficción, de las emociones o
el desbordante entusiasmo por la libertad, sino de la aceptación de nuestra
naturaleza y la asimilación de las potencialidades que pudieran surgir a partir
de ella. En ese sentido, varón, mujer, homosexual, transexual, bisexual, etc., somos
ante todo ciudadanos y, como tal, poseedores de los mismos derechos, pero es
necesario reconocer el condicionamiento de nuestra naturaleza y también las
posibilidades de cambio que esa misma naturaleza nos ofrece.
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