Iliada, una mirada desde el enfoque sociocultural

Por Joel Lenner Castañeda Dueñas

Resultado de imagen para la iliada de homero 

Acabo de leer una de las obras más ingeniosas e interesantes de la literatura griega y universal –pido disculpas a quien se indigne por mi descuido y juzgue mi tardía aproximación a ella-, y en tanto iba leyéndola, no podía evitarme preguntar ¿Homero tenía conocimiento de los recursos y técnicas que hoy guían la literatura contemporánea y que es eje central de todo análisis literario?; basado en una lógica guiada por cierta contextualización temporal que delinea la frontera entre la narrativa y la épica, la respuesta sería obvia, ¡no!; y es que los principios básicos de la teoría literaria se erigieron siglos después de generadas las primeras manifestaciones literarias; el primero en hacerlo fue Aristóteles en sus ya inmortales Poética y Arte retórica, pero, antes, mucho antes, la ficción se había ya erigido no solo con obras como la Ilíada o la Odisea, sino también con ingentes producciones de origen oriental, tales como el poema de Gilgamesh o la historia de Ramayana, respondiendo más a intereses y principios individuales y espontáneos, que a criterios “engorrosos”, impuestos posteriormente por ciertos “fracasados” que osaron normativizar y regular dichas creaciones. Fundamentado en esta lógica, actualmente, ingente cantidad de narradores y poetas, cuya literatura no es más que el resultado de la suma de emociones, sentimientos, experiencias, ingenio y un mal uso del lenguaje, se han erigido en nuestras tierras y defienden, a capa y espada, tal postura, quizá como respuesta a su ociosa inclinación al facilismo, la ignorancia y una visión simplista de la realidad; pero no quiero detenerme en abordar este tema, sino procurar demostrar la necesidad de ciertos principios básicos al que debieron regirse también obras como las del inmortal Homero u otros, muy a pesar de la aún inexistente definición de los mismos. No puede erigirse una obra si, consciente o inconscientemente, no delineamos una ruta, un camino y ciertas estrategias que posibilitan alcanzar la intención que nos hemos propuesto.
Vayamos primero a la intención comunicativa. Los enfoques socioculturales tales como las de Cassany o las de Van Dijk manifiestan que no existe texto que no haya sido construido sin intención alguna: “Todo texto se encuentra situado y tiene poder”; Vigotsky, por su lado, afirma que el lenguaje es el instrumento de mediación por excelencia, este se adquiere en el proceso de socialización y aculturación; el lenguaje entonces es el instrumento por el cual el autor de un determinado texto materializa dicha intención, lo que a su vez, nos conlleva a deducir que este debe realizar un tratamiento bastante especial del mismo, ya que si esto no fuera así, sus intenciones se verían mermadas. ¿Cuáles fueron, entonces, las motivaciones que procuraron la creación de una trama tan ingeniosa como la expuesta en la Ilíada?, ¿de qué manera el lenguaje coadyuvó a tal fin?
Para responder a tales preguntas es necesario contextualizar la obra. Homero revive la historia, acaecida aparentemente durante el periodo de desarrollo de la civilización micénica (siglos XII y XIII a.C.), recién alrededor del siglo VIII a.C. –este no fue resultado de la imaginación y creatividad homérica, sino de un conjunto de saberes que fueron construyéndose a lo largo de los siglos-, en la llamada época arcaica, periodo caracterizado por la búsqueda y construcción de la identidad griega, afán que parece guiar también la intención de la obra; así, el autor recapitula acontecimientos pasados con el claro objetivo de glorificar y enarbolar el valor de una cultura que viene asentándose y dibujando los rasgos que la identificarán en la posteridad; se describen acontecimientos enfatizando los valores griegos y no troyanos; cuando los primeros toman la batuta, por ejemplo, y se avecinan contra la ciudad de Ilion, el rapsoda detiene su narración para describir y contar los centenares de muertos a manos de estos, pero cuando los acontecimientos se invierten, este conteo y esta descripción se vuelve densa y se expone solo resumidamente los hechos; del mismo modo las descripciones son desiguales cuando acontece los sucesos alrededor de la muerte de Patroclo y de Héctor, las pompas fúnebres de este solo ocupan un breve espacio y para, tan solo, ser referidas; en tanto, que las de Patroclo son objeto de todo un capítulo entero; por otro lado, héroes protagónicos y de mayor relevancia son Aquiles, Agamenón, Menelao, Diómedes, Odiseo, Néstor, Ayante, Patroclo, entre otros, por el bando griego y solo Héctor y Eneas por el bando troyano (aunque pueda también citarse a Polidamante, Sarpedón, Deífobo y otros pocos).
Empujado por la intención propuesta, el aedo debió dotar a su obra de ciertas cualidades que le permitan manejar, controlar y manipular el lenguaje; quiero enfatizar cinco de ellas: un constante uso de cuadros y escenas comparativas, adelanto de acontecimientos o sucesos, reconstrucción del pasado de los personajes, la ira y toma de conciencia de Aquiles y el uso constante de diálogos.
Para analizarlos utilizaremos las definiciones y términos propios que la teoría literaria nos lo posibilita:

1.    Uso constante de recursos semánticos, el simil: Habilidades y cualidades dignos de imitar o motivos de burla e ignominia son constantemente comparados:

Como el león acosa en la lucha al indómito jabalí cuando ambos pelean arrogantes en la cima de un monte por un escaso manantial donde quieren beber, y el león vence con su fuerza al jabalí, que respira anhelante; así Héctor Priámida privó de la vida, hiriéndole con la lanza, al esforzado hijo de Menetio, que a tantos había dado muerte (p.369).

2.    Uso de anacronías, escenas de prospección y retrospección: Si bien la trama enfatiza en los cincuenta y un días del décimo año de la guerra con Troya, la historia proyecta acontecimientos pasados y futuros (analepsis y prolépsis) que nos ayudan a entenderla, tal es el caso del origen de la guerra (el rapto de Helena por parte de Paris), la historia personal de los héroes griegos y troyanos, además de las de los dioses, la referencias constantes de la muerte de Héctor a manos de Aquiles y de este a manos de Paris, la toma de la ciudad de Ilion, etc.

Y desde el éter, Zeus protegía únicamente a Héctor, entre tantos hombres, y le daba honor y gloria; porque el héroe debía vivir poco, y ya Palas Atenea apresuraba la llegada del día fatal en que había de sucumbir a manos del Pelida. (p.341)

3.    Uso del deus ex machina: Son recurrentes la intervención de los dioses a lo largo de toda la historia, ya sea para infundir valor, engañar o cumplir propósitos. Al final de la historia, son los dioses quienes deciden la derrota troyana y es Atenea quien engaña a Héctor para enfrentársele a Aquiles y causarle la muerte, toma la figura de Deífobo y le insta valor para luego desaparecer:

¡Oh! Ya los dioses me llaman a la muerte. Creía que el héroe Deífobo se hallaba conmigo, pero está dentro del muro, y fue Atenea quien me engañó. Cercana tengo la perniciosa muerte, que ni tardará ni puedo evitarla. (p.468)

4.    Uso del diálogo alternado: Gracias a este recurso es que los personajes pueden contar sus historias personales, expresar sus sentimientos y emociones y, principalmente, develar sus cualidades. Andrómaca, mujer de Héctor, refiere parte de su historia, en tanto va manifestando su angustia:

A mi padre matóle el divino Aquiles cuando tomó la populosa ciudad de los cilicios Tebas, la de altas puertas: Dio muerte a Eetión, y sin despojarle, por el religioso temor que le entró en el ánimo, quemó el cadáver con las labradas armas y le erigió un túmulo, a cuyo alrededor plantaron álamos las ninfas monteses (p.175)

5.    Aquiles, personaje arquetipo y la anagnórisis: Aquiles, desde el inicio de la obra se erige como el prototipo de héroe y hombre y una serie de cualidades se dibujan a su alrededor: es hijo de una diosa, descolla en valor, temeridad, coraje e ímpetu y su búsqueda de fama y gloria no sólo es una aspiración individual, sino un sentimiento colectivo; pero, también está la fragilidad (como todo ser humano) ante lo divino, y es que, muy a pesar de su sangre divina, está destinado también, a la muerte, a no retornar vivo a tierras egeas.
Otro recurso muy usado por rapsodas y trágicos contemporáneos a Homero es el de la anagnórisis. Después de ser deshonrado por Agamenón, Aquiles opta por retirarse de la guerra y solo toma conciencia de las consecuencias que esto acarrea, cuando Patroclo, su amigo preferido fallece a manos de Héctor:

¡Atrida! Mejor hubiera sido para entrambos continuar unidos que sostener, con el corazón angustiado, roedora disputa por una muchacha. Así la hubiese muerto Artemis en las naves con una de sus flechas el mismo día que la cautivé al tomar a Lirneso; y no habrían mordido el anchuroso suelo tantos aquivos como sucumbieron a manos del enemigo mientras duró mi cólera. Para Héctor y los troyanos fue el beneficio, y me figuro que los aqueos se acordarán largo tiempo de nuestra altercación. Mas dejemos lo pasado, aunque nos hallemos afligidos, puesto que es preciso refrenar el furor del pecho. Desde ahora depongo la cólera, que no sería razonable estar siempre irritado… (p.414)

¿Qué texto, por más ficticio que sea puede escapar de la realidad?, la Ilíada fue resultado también de una necesidad que no sólo su contexto puede explicar, sino también el vínculo de este con el tratamiento del lenguaje que hiciera el autor y que ya explicamos. Para alcanzar un objetivo es necesario utilizar todos los recursos y estrategias que están a nuestro alcance, la pertinencia la hace luego eficaz y, como hemos podido ver, la Iliada no fue ajeno a ello; por el contrario, nos ofrece un laborioso manejo, control y manipulación del lenguaje cuyas estrategias permitieron, no solo engrandecer la obra, sino también develar el valor y trascendencia del pueblo griego, sus costumbres e idiosincrasia, su religión y ambiciones, etc.
Es cierto que los recursos que ahora la teoría literaria reconoce como indispensables en una obra literaria, no se conociera durante aquel periodo con los nombres que ahora hemos expuesto, pero esto no es razón suficiente para afirmar que el trabajo haya sido resultado solo de la creatividad y el ingenio, cada uno de estos recursos y otros que no mencionamos, merecieron un alto grado de esfuerzo y dedicación.
Ocioso es entonces pensar que uno pueda escribir dejando de lado estos principios, o se ciñe a ellos o ellos se avecinan tomando como conducto el inconsciente y cierto criterio lógico de organización y secuencialidad. Nuestra amplia gama de escritores, atiborrados por un pensamiento simplista que los guía por el camino de solo el ingenio y la imaginación, debieran comprender ello y enrumbar por una literatura, en el amplio sentido de la palabra, que sea resultado de las llamadas habilidades de orden superior (pensamiento crítico, reflexión y creatividad) o procesos psicológicos superiores, según Vigotsky.


REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Cassany, D. (2006). Tras las líneas, sobre la lectura contemporánea. (1.a ed.) Uruguay: Editorial Anagrama S.A.
Homero (2018). La Ilíada. (Traducción de Luis Segala y Estalella). Barcelona, España: Ediciones cátedra S.L.U.
Vigotsky, L () Pensamiento y lenguaje, teoría del desarrollo cultural de las funciones psíquicas (Traducción de María Margarita Rotger). Moscú, Rusia: Editorial Progreso




No hay comentarios.:

Publicar un comentario